Palabras en libertad
Cuando las palabras viven en libertad y se unen a una libre inspiración nace un libro redactado por alguien que se le llama escritor@. Ser escritora es un reto para alcanzar una meta, de alcanzar un lector. Cuando se hace realidad es una fiesta de palabras en libertad.
PALABRAS EN LIBERTAD
Cuando las palabras viven en libertad y se unen a una libre inspiración nace un libro redactado por alguien que se le llama escritor@.
Ser escritora es un reto para alcanzar una meta, de alcanzar un lector. Cuando se hace realidad es una fiesta de palabras en libertad.
viernes, 27 de enero de 2017
MI CORAZÓN LLORA
miércoles, 25 de enero de 2017
¡Silencio!
¿Quién dijo silencio?
Silencio mundano que inundas las noches de una ciudad que apaga las luces ya entrada la noche fría de invierno. Silencio que calla el ruido y las voces de todos aquellos que envuelves con tu manto. Silencio que coses las ventanas oscuras de una casa para cantar una nana a todos aquellos que la habitan. Silencio...
Tu presencia en ocasiones aterra, en otras brindas alegría al otorgarnos la posibilidad de cerrar los ojos y volar surcando mares imaginados e inexplorados. Nos entregas olores y pasiones que junto a tu oscuridad guardas en secreto. Nos llenas de paz al tiempo que nos entregas un miedo que no hemos pedido ni queremos comprar. Silencio...
Pero cuando el silencio llega mi mente se sumerges en el sendero de la realidad. Mis pensamientos cabalgan en libertad en ese espacio que tú me has entregado para alcanzar la libertad. Bendito silencio cuando mis sueños se hacen realidad. Silencio...
Quiero soñar
¿Silencio?....¿Dónde estás?
martes, 24 de enero de 2017
Yo también he sido víctima de maltrato psicológico
Yo también he sido víctima de maltrato psicológico...
una mano llena de amor y unos ojos llenos de lágrimas me salvaron de una muerte cercana.
Entre estas dos fotos tan solo hay doce meses de diferencia. La primera cuando tan solo hacía un mes que había escapado de mi calvario y la segunda doce meses después.
El sendero hacia las profundidades del maltrato psicológico acostumbra a ser un mapa muy bien detallado por el agresor. Él haciendo uso de un amor que le entrega la víctima, la destroza llevándole a sufrir un síndrome de Estocolmo entre el silencio de su olvido y las lágrimas del desconsuelo de una víctima perdida en el mundo real.
Inicié este blog con la idea de desparramar las palabras de todos aquellos sentimientos que he guardado durante tantos años en mi baúl. Un baúl que yo llamo "palabras en libertad", tal vez un presagio de una verdad que yo ignoraba pero mis palabras lo anunciaban. Por ello este blog lo llamé así, haciendo fiel reflejo de mi propia realidad, en aquel entonces ignorada.
Llevo casi un mes sin escribir y me acusé de estar viviendo "el miedo del escritor". Pero esa no era la auténtica verdad. Tener un blog es una gran responsabilidad y debe ser un ejemplo para mis lectores y seguidores. Por ello, como víctima, debo exponer mi caso para que sirva de ejemplo de superación. Por ello he decidido explicar mi verdad. Una verdad que puede ser una historia más en este enorme historial que acumula el maltrato psicológico, pero guardo la esperanza de que tal vez sirva de guía para aquellas personas que lo están sufriendo y tienen miedo a vivir una vida libre.
Yo también tuve miedo a una vida que desconocía, a un mundo que era de otro color muy diferente. Tuve y tengo miedo a querer por si me vuelvo a equivocar. Pero esta vida,a la que yo llamo desconocida, es una gran cascada de aguas cristalinas que te empapa de una auténtica felicidad. La felicidad de ser tu misma, de sentir y pensar por ti sin ser juzgada y condenada, de descubrir que el mundo no está contra ti sino junto a ti.
Nací en el seno de una familia acomodada de los años setenta, pero acompañada de dos grandes personas que fueron pilares en mi desarrollo de valores humanos. La primera de todos, como no, mi madre María. Ella era una gran defensora, ya en aquellos tiempos de dictadura, de los derechos de la mujer y la valoración como tal en todos los campos, tanto en el profesional como en el cotidiano. Me enseñó que la libertad de una mujer está en su interior y florece gracias al apoyo de una sociedad. Me ayudó a descubrir esos valores en mi, valores que hoy me han ayudado en este periodo de superación de maltrato. Siempre me decía: "La verdad siempre como carta de presentación y la humildad como forma de vida."
Mi otro gran puntal era mi abuelo materno. Él con sus fieles creencias en el equilibrio de lo que hoy llamamos dharma (las energías positivas) y el karma (las energías negativas) me han aportado la capacidad de entender y comprender que yo no era la culpable de todo lo que ocurría en mi vida anterior, como intentaba mi maltratador, sino que era la víctima de todo aquello que ocurría. Unas creencias que me han ayudado a encontrar, valorar y consensuar las razones del comportamiento de mi maltratador hacia mi. Ello no me ha aportado ni el perdón ni el camino a la reconciliación con mi maltratador, todo lo contrario. Ello me ha ayudado a conocer al agresor y a descubrir todos los caminos que él construía para destruirme y alejarme de él. Me han dado la llave a mi libertad, como lo han hecho todos estos años mis palabras guardadas en ese baúl.
Pero quién me salvo de este camino hacia la muerte fue una mano llena de amor incondicional y unos ojos llenos de lágrimas. Esos ojos eran los de mi hija que a aclamaban conocer a la madre que llevo en mi interior y que le habían destruido sin compasión. La mano, la de mi actual pareja, que ante la posibilidad de acudir a mi entierro le aterró y me arrancó de las manos de mi agresor.
En un momento donde mi capacidad de pensar y de decidir ya estaban totalmente desintegrados me deje llevar sin condición. Yo misma me dí cuenta de que la muerte física se acercaba y la muerte interior preparaba el camino para desparecer de este lugar llamado Tierra. No me importaba la vida, solo quería que mi agresor me dijera que me "quería", por que solo le creía a él. Nunca me lo dijo.
Las víctimas no nos dejamos aconsejar por aquellos que nos quieren de verdad,
tenemos miedo.
Estamos tan acostumbrados a amar a un agresor que todo lo demás nos parece mentira, al menos así nos ha educado el agresor y obedecemos por un miedo clavado en la inconsciencia. Su verdad es nuestra verdad y la verdad de los demás es la mentira, cuando en realidad es lo contrario. Pero no lo vemos, estamos con una venda en los ojos y no sabemos ver porque nos han destruido la capacidad de pensar y valorar.
Ahora os transcribo aquello que escribí con tan solo dieciocho años, en aquella Navidad que me arrancó uno de mis pilares: mi abuelo.
"Tus manos ya no rozaran mi piel. Tus ojos no compartirán mi horizonte. Tus palabras se han vuelto mudas. Me han arrancado una parte de mi, estoy totalmente vacía y no tengo con que llenarlo. Mi compañero, mi amigo y mi cómplice, tengo miedo. Uno de tus consejos me acecha: "Siempre has estado sola. Vigila a tu alrededor, guarda al acecho de tu honestidad de corazón." Abuelo no lo entiendo, tengo miedo."
Ahora ya lo entiendo. Él me protegía, él me amaba, él me quería. Su repentina muerte dejo la puerta abierta a una persona con quien no comparto recuerdos de infancia, a pesar de su cercanía. No guardo en el recuerdo tardes de sofá y palomitas, ni de fiestas con los amigos. Tan solo recuerdo como de repente llenó mi vida usurpando mi autentica esencia.
miércoles, 4 de enero de 2017
LA ENVIDIA PUEDE SER DESTRUIDA
La luz de una nueva luna ilumina la agitada ciudad como anuncio de que una nueva noche pica a la puerta del tiempo. Una luna tímida que se esconde tras la nubes grises que tal vez presagian una tormenta. La oscuridad celestial va ganando la batalla a la luz del sol que se esconde sin remedio en la línea del horizonte. Una luna que no se cansa de perseguir al astro sol, pero que nunca consigue alcanzarle, consumiendo incansable e insaciable el tiempo de la vida.
La luna, hoy como siempre con un nuevo vestido, aparece grande y brillante tras esas nubes que le impiden lucir, con libertad, su nuevo traje de gala. Las luces repentinas de relámpagos en la lejanía abren la fiesta en una nueva noche, acompañadas de la música de los tambores de unos truenos que han decidido participar de forma voluntaria. Pero las nubes cargadas de envidia por la majestuosidad de la luna han decidido ocultar a la princesa de los cielos nocturnos.
Tal vez los relámpagos y truenos no se han dado cuenta de que no anuncian a una exuberante luna. Tal vez ellos son parte contratada de las nubes grises para evitar que la luna brille en la oscuridad de una nueva noche. La luna, que se encuentra triste y sola tras la pérdida de los tenues rayos de su inalcanzable sueño de amor, lidia entre nubes, rayos y truenos. La orquesta cada vez está más cerca de la ciudad que se calma lentamente, tras un ajetreado día, sin ser consciente de la gran batalla que se celebra en el cielo que la protege.
La luna, que siempre surca la inmensidad del espacio, ha decidido dejar paso a quienes quieren usurparle su nueva noche. No quiere batallas, no quiere guerras. Ella sabe que a pesar de que quieren robarle esta nueva oscuridad jamás podrán quitarle el ser testigo de los amores y desamores que se viven en las calles de la ciudad. Ella sabe que la envidia que despierta a esas nubes no le impedirá que en cada oscuridad amanecida, ese tiempo cuando los rayos de sol deciden ocultase, sea la gran protagonista. Ella conoce su camino, tiene un objetivo y a pesar de las dificultades del camino ha decido salir en busca de su amor perdido.
No tiene miedo, no teme a las envidias de unas grises nubes, ni al ruido de los tambores de los truenos, ni a la intensa luz de ese rayo que surca los cielos. Ella con su constancia y perseverancia volverá la próxima noche para perseguir su sueño y ser testigo de todo aquello que ocurre en las calles de la ciudad. Ella como en cada oscuridad estrenará un nuevo traje para demostrar al mundo que no ha sido vencida, que a pesar de su soledad ilumina el cielo oscuro de la ciudad.
domingo, 1 de enero de 2017
EL GRIPAZO
Guardaba en mi recuerdo aquella
sensación, que como siempre era más dulce y más amable. Aquella experiencia que
cada doce meses, aproximadamente, decide pasar un tiempo en mi casa y en la de mi
vecino y en la del desconocido.
Acostumbra a traerme caldo caliente, algún que otro bendito mejunje, y
ajo con aguardiente, que hace que mi cuerpo tiemble, no por miedo, me tengo por
valiente. Entra como siempre en silencio, rompiendo el silencio de mi alcoba. Él
me lo roba, sin pagar condena pero yo soy quien cumple el encierro para inducir
a su destierro. Pero de poco sirve que
le ruegue que no vuelva, que me olvide, porque como siempre cumple lo prometido
“volveré”, y vuelve.
Sudores, temblores y sin sabores me
regala para complacerme cuando en la cama me acompaña, durante tres o cuatro
días, o una semana, solo él decide cuando se marcha de mi casa, de mi cama. Hoy
he abierto mi ventana, esta noche pasada me ha parecido oír cómo se aproximaba,
la música ha robado el silencio de mi casa, y en mi cama… la manta he retirado,
tal vez de ella es de quien se ha enamorado.

Mi amigo resfriado, o gripazo, que
hemos hecho para que tu odio caiga en nuestra casa o en la de mi vecino o en la
del desconocido y como si fuera una venganza, en ellas te apalancas. Corre,
marcha, aquí nadie te ama. Apago la luz y me hago la dormida, no quiero que te
cueles entre mis sábanas blancas.
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