Recuerdos
que se amontonan en el desván del pasado. Recuerdos de momentos que jamás
volverán. Recuerdos, eso son recuerdos. Recuerdos que ahora te roban el sabor y
olor de la Navidad. No son culpables los que ya no están ni los que están. Los
únicos culpables son los recuerdos que se guardan en el desván de un pasado que
jamás volverá.
Ellos vestidos de una Navidad pican a la puerta para entrar en la que ahora estás, para teñirla sin temor ni pudor de cualquier color que no sea de blanca Navidad. Sin permiso y sin compasión cabalgan en cada rincón de aquel hogar que compartiste en el otro tiempo, también en Navidad. Cuando se alzan las copas para brindar, ellos te llenan la copa de esa nostalgia de ese ayer que ya se fue, para robarte la alegría de la que hoy también será parte de esos recuerdos del desván del pasado. De ese presente, hoy ya pasado, de otra Navidad que ya vive en el desván.
Tiempo de Navidad, tiempo de recordar
que ya nunca volverá a brillar cuando la inocencia y la edad te abandonan y te
roban ese tiempo que siempre volverá en Navidad. Días donde el dolor se viste
de cruel realidad, de amor ahogado y que guardas en el desván del corazón porque
ya no puedes entregarlo a quienes ya no están. Amor que quieres entregar a los
que están, pero te lo usurpan los recuerdos de otra Navidad. ¿Quién dijo dulce Navidad?
No son culpables los que ya no están,
no son culpables los que están. Solo es culpable la condición de ser feliz en
Navidad y de celebrar una alegría de un recuerdo que ya no está. Cada día esos
recuerdos están presentes en mi razón y en mi corazón. Cada día pienso en lo
que fue y en cómo fue en el día de hoy, cada día los recuerdos se pasean, y con
el mismo dolor, por los senderos de mi corazón. Cada día comparten momentos y
sentimientos que brotan durante los minutos y segundos del día de hoy, pero ¿Por
qué me roban el color y olor de una Navidad que también será compañera en ese desván
del pasado?
La Navidad es símbolo de compartir esos regalos que no se venden en ningún lugar, es tiempo de compartir aquello que se fue para no volver y que me roban lo que hoy es para pasar a ser aquello que fue, otra Navidad. No vuelven a casa los recuerdos, viven en casa cada día para acompañarme hasta la próxima Navidad. Entonces ¿Por qué me la roban? ¿Por qué?
Tus lágrimas recorren tu rostro y rompen mi corazón, destrozan mi alma y pierdo la razón. Tú les lloras, yo también. Tú les echas de menos, yo también. Pero ¿porque no decidimos construir una Navidad sin mayúsculas? Celebramos cumpleaños, aniversarios y bodas y no nos roban ni el olor ni el color, solo nos acompañan para celebrar la alegría de ese día. Es verdad, estos días no tienen mayúsculas.
Blanca Navidad, el año que viene quiero celebrar la alegría de una “navidad” donde la mayúscula ya no estará, aunque los recuerdos del desván, como cada día, sí me acompañaran. Pero ya no me robaran ese olor ni color de la típica Navidad, porque habrán perdido la mayúscula. Prefiero perder una letra antes que perder la razón por celebrar contigo la fiesta de los recuerdos del desván.